sábado, 19 de junio de 2010

Interesante artículo de Mish

  Otras veces he hablado de Mike Shedlock, o "Mish" como es se suele llamar a sí mismo. En esta ocasión nos viene a mostrar la discrepancia que hay hoy en día entre los economistas. Politicas de austeridad o políticas de gasto. Mish, al contrario que yo, se decanta por la austeridad. Y sus argumentos son la mar de convincentes, por lo que creo que vale la pena ponerlos aquí de manera que sirvan de contrapunto.

http://globaleconomicanalysis.blogspot.com/2010/06/krugman-vs-greenspan-on-that-30s.html

  Su lectura me ha hecho replantearme mis posturas, aunque de hecho no las he cambiado. Sigo pensando que el reducir el déficit no es la solución. No quiero ser tajante. Quiero decir, como ayer explicaba no me gustan los extremos. No se tratra, por tanto, de irse al extremo de gastar sin medida o al extremo de no gastar nada de nada. Según yo lo veo, debemos de intentar dar tiempo a que las familias y las industrias se desapalanquen un poco. Eso lo podemos conseguir con gasto público que genere crecimiento. Es dificil que el gasto público genere riqueza en sí, como bien dice Mish por regla general los recursos gastados podrán superar los beneficios obtenidos. Pero aun así no estaría mal que ese gasto público se dedicara a la mejora de la productividad en las empresas con mejores comunicaciones (telemáticas y físicas), mejor formación y mejores herramientas. Eso nos haría más competitivos y fomentaría en cierta medida el crecimiento. Dicho crecimiento ayudaría a que familias e industrias se desendeudaran y con el tiempo pudiesen de nuevo tirar de la economía.

   Sin embargo, aunque muy bonito, Japón nos demuestra que a largo  plazo no siempre se consigue, y aquí es donde Mish me hace replantearme mis teorías. Japón ya lleva más de 20 años intentando hacer lo que Krugman propone. Sus crecimientos han sido ridiculos cuando han sido positivos durante todos estos años. Es cierto que su tasa de paro no es muy alta, pero hasta la fecha, el resto de la economía mundial iba sobre ruedas. Y Japón exportaba. No todos vamos a poder exportar y por tanto es posible que una política de gasto público sea insostenible a 20 años vista (como Grecia) y por tanto nos lleve a un callejón sin salida.

   Ahora bien, como nos pasemos con las medidas de austeridad, la deflación volverá con fuerza. De hecho de España no se ha ido y volverá al resto de Europa en un plazo de unos 6- 10 meses. Creo que los errores se cometieron al ayudar a bancos y grandes industrias al principio de la crisis. Se debería haber trabajado ya entonces en la reestructuración de la deuda. Ese va a ser el único camino que nos saque de la crisis. Los impagos, sean al 100% de la deuda o bien vía reestructuración. Se está intentando evitar, pero a la larga el sistema nos va a obligar a aceptarlo. Un saludo

viernes, 18 de junio de 2010

La cosa sigue sin moverse mucho....

  Lo cierto es que eso no es excusa para no haber escrito nada de nada en el último mes. Y tampoco lo es el que haya estado bastante ocupado en este tiempo. Lo cierto es que me ha pillado un bajón y no me apetecía mucho escribir. Lo siento, os he abandonado un poco. No puedo decir que venga con una renovada vigorosidad. Mas bien es como una especie de "rebote del gato muerto" en parte debido a que no hay gran cosa de la que hablar (en lo que a la economía se refiere).

   Por eso el tema de hoy es un poco  más de lo mismo. La necesidad o no de las medidas de austeridad fiscal que ha decidido tomar el grueso de los paises Europeos. Pero antes me gustaría hacer una puntualización sobre cual es mi postura teórica acerca del asunto. En este sentido debo decir que para mi lo importante es siempre el buscar el equilibrio. Me defino como seguidor de la escuela Austrica de pensamiento económico y defensor de la libertad y del libre mercado. Sin embargo, si nos quedamos aquí alguien me podría tachar de anarquista, pues al fin y al cabo un anarquista lo único que busca es la más pura forma de libertad, aquella en la que el individuo no cede ni una pequeña parte de la misma a un ente mayor llamado Estado. Yo no soy anarquista, no creo en esa forma de gobierno que yo considero utópica. Es decir, creo en el libre mercado y en la libertad dentro de unos términos y de unas normas. Cuando me defino seguidor de la escuela Austrica de economía lo hago porque fundamentalmente dicha escuela es liberal y no cree en la intervención del Estado en la economía. Sin embargo, como en el caso anterior, creo que un cierto set de normas es necesario y un ente superior que vele su cumplimiento también.

   Una vez dicho esto, trazar la línea exacta que delimite el punto óptimo de intervencionismo del estado en la economía (y en las libertades individuales) es la mar de dificil y un tema abierto a intenso debate. No creo que sea este el lugar para debatir sobre eso, pero sí que debo dejar un poco clara mi postura:

   Para mí, lo más importante es que el Estado sea del tamaño más pequeño posible y que reduzca su intervención en la economía a una defensa eficaz de la competencia, nada más. Dicho esto, es eviendete que ningún Estado de nuestro planeta se adapta a dicha idea, más bien al contrario. Y puesto que la realidad que tenemos es la que tenemos y no la que a mi me gustaría que fuera, pues creo que debo analizar la realidad que tenemos y en base a ella dar las soluciones posibles o criticar los acontecimientos que se vayan dando. Es por eso que en mis pasados artículos haya criticado en cierta medida los planes de austeridad. En realiad, mis opciones teorícas de lo que hay que hacer, pasan por dejar quebrar a todas aquellas entidades bancarias, industriales y familiares que tengan que hacerlo. Reestructurar la deuda que pueda pagarse y seguir adelante. Nuestros gobiernos nos vendieron que eso provocaría un cataclismo económico que sería catastrófico. Ese es otro debate que ya no vale la pena tener. La cuestión es que esta sí que es mi verdadera visión de la economía.

   Dicho esto, vuelvo al tema central de la austeridad fiscal. He leído que unos cien economistas italianos han publicado una carta en Il Sole. En ella dicen que las medidas de auteridad van a provocar justo lo contrario a lo que los gobiernos pretenden, es decir, reducir el deficit fiscal. Lo más curioso es que desde el punto de vista de que la realidad es la que es y no puede ser la que me gustaría que fuera, tengo que estar de acuerdo con ellos. No estoy seguro, pero podría apostar a que la gran mayoría de esos 100 economístas son Keynesianos y por tanto apoyan el intervencionismo del estado en la economía (por tanto son contrarios a mis creencias). Lo cierto es que las medidas tomadas por los gobiernos de manera tan drástica tienen el grave peligro de meternos en una espiral deflacionaria de consecuencias no muy claras y justo después de que se haya salvado a los bancos con dinero público. La sociedad no puede ver esto con buenos ojos, de hecho estoy seguro que no lo va a hacer.

    Si hubiesemos aprendido algo de toda nuestra historia nos habríamos dado cuenta que las guerras suelen producirse después de épocas de crisis económicas y que en muchas ocasiones es la propia guerra la que pone otra vez la economía en buen camino. Lo que deberían ver nuestros políticos y economístas es que las guerras se comienzan por el desencanto y la amargura de las sociedades debido en general, a las penurias que ha producido el periodo previo de crisis. En otras palabras, nuestro manejo de la crisis de hoy nos dará claves de como será nuestro futuro. El provocar una fuerte deflación y una crisis de raices profundas que tarde lustros en digerirse puede llevarnos a una gran guerra.
 
  Es por esto que la economía debe de ayudar a paliar las crisis. No nos equivoquemos, no las podemos evitar, pero si podemos controlar como se desarrollan. Desde este punto de vista, la austeridad es necesaria. No ya hoy, hace 30 años. Y esa austeridad, como ya hemos visto en otros artículos se desarrolla no con ahorro, sino con equilibrio. Equilibrio entre la deuda de unos y el superávit de otros. Equilibrio entre la deuda privada y el superávit público. Equilibrio entre la deuda del sur y el superávit aleman.

  Alermania recuerda vivamente su episodio de hiperinflación en los años 20 del siglo pasado y parece obcecada en seguir la política de tener unas cuentas públicas y privadas muy saneadas. Pero eso no va más que a llevarnos a todos al hoyo. Alemania debería (al igual que china) fomentar el endeudamiento de sus industrias y el consumo externo con su enorme superávit para así dar oportunidad a los paises endeudados a exportar y poder reducir su carga de deuda. Su política es la contraria, es la de ahorrar todavía más y la de hacer su maquinaria exportadora todavía más competitiva. Eso nos hundira a todos incluida Alemania. Un saludo